No os vamos a negar que teníamos muchas ganas de que llegara el día de hoy. Lo habíamos planificado desde hace tiempo con detalle (y cariño) para que todo saliera bien.
Visitar la Ribeira Sacra, además de los miradores y el románico, no estaría completo sin acercarse al río y visitar una bodega. Y en eso consistía el día de hoy. La preparación no fue tarea fácil al viajar con Wuki. Ninguna de las empresas que operan los barquitos por el Sil y muchas en el Miño nos la aceptaban. Menos mal que dimos con los chicos de Turismo Pantón, en el Miño, que son pet-friendly. Con las bodegas, más de lo mismo. Muy pocas aceptan animales. Al final dimos con Abadía Da Cova que no nos ponían ningún reparo. Además, tanto el muelle como la bodega están muy cerca, y entre medias, habíamos reservado para comer en la ‘playita’ junto al muelle, así que el plan parecía perfecto.
Pero nadie se acordó de la meteorología. Las previsiones eran de mucha lluvia durante buena parte del día, y parecía que a la tarde la cosa mejoraría. Nos llama el chico del barquito para decirnos que si queríamos seguir adelante con la travesía, viendo el mal tiempo que anunciaban. Le dijimos que por nosotros sí, que iríamos preparados con chubasqueros y paraguas. Aún así, lo estuvimos hablando con él y optamos por ver si podríamos pasar la visita a la bodega de la tarde para la mañana y alterar así los planes. Y ahí quedó todo.
Pero también nos llamaron del restaurante para pedirnos disculpas, porque iban a tener que cerrar y nos tenían que cancelar la reserva. Así que tendríamos que buscar plan alternativo para comer.
¿Y qué ha pasado finalmente? Os cuento. Hoy hemos salido de Monforte (que bien merece una visita y que sea incluido en los planes vacacionales por esta zona de Galicia) con el cielo muy encapotado (ha llovido por la noche). Camino de la bodega algo de lluvia y el cielo cada vez más cerrado. Una vez allí, la visibilidad era mejor de lo que esperábamos (no había niebla y eso hacía que las vistas del rio fueran espectaculares).
Aún así, hemos intentado cambiar la visita, pero no ha sido posible. Así que había que seguir con el plan original. Hemos bajado al muelle de A Cova donde nos estaba esperando el bueno de Juan con la zodiac. Estaba tan sorprendido como nosotros de que aún no se hubiera puesto a llover, y hemos empezado el recorrido.
Desde la Playa da Cova nos hemos adentrado en uno de los tramos más impresionantes del Miño: el meandro de Cabo do Mundo. Aquí, la naturaleza se convierte en espectáculo: Viñedos en bancales suspendidos sobre las laderas…
…Bosques autóctonos de robles, castaños y alisos…
…Pueblos con encanto enclavados en las márgenes del Río, Iglesias románicas visibles desde el agua (transportadas aquí, piedra a piedra, antes de que esta parte del Miño se convirtiera en un embalse que anegó pueblos completos)…
…y una parada muy especial en la Fervenza de Augacaida , un lugar especial, mágico, al cual se accede desde el río, recorriendo 5’ un sendero, un lugar difícil de describir por su singularidad y belleza. Un salto de agua de 40 metros de altura, considerada una de las cascadas más bellas de la zona y de las más altas de Galicia.
Antes de arrancar, un pequeño tentempié, con un godello fresquito y unas empanadas de bacalao y de liscos. ¿Se puede pedir más?
Finalmente han sido unas 2 horas con un tiempo que nos ha respetado, con más sol que nubes y sin caer apenas un par de gotas en el tramo final. Dos horas en las que la conversación con Juan ha sido muy agradable. Y en la que hemos aprendido muchas cosas de la vida de la gente de esta zona, de cómo vivían y de cómo viven actualmente, de las costumbres, de los oficios, de la viticultura…Siempre recordaremos con cariño este episodio de nuestro paso por la Ribeira Sacra.
Nuestro ‘barquero’ nos ha recomendado un sitio para comer y hasta les ha llamado para hacernos la reserva. Así que, dejando el embarcadero, nos hemos dirigido al restaurante, no sin antes parar en un par de miradores para intentar sacar la famosa foto de la Ribeira Sacra, esa imagen que todo el mundo piensa que se encuentra en los Cañones del Sil y resulta que está en el Rio Miño.
Íbamos un poco a contrarreloj y tan solo teníamos 1 hora para comer, tiempo suficiente para dar buena cuenta del pulpo y del entrecot a la brasa que estaban muy ricos.
A las 4 empezábamos la visita a las bodegas de Abadía da Cova (Adegas Moure), a donde hemos llegado atravesando unos caminos donde pastaban las vacas (gracias GPS!), paisaje digno de As Bestas.
Estábamos nosotros dos (y medio) y otra pareja de Sevilla. Leticia, una chica que ama su tierra gallega, ha sido quien nos ha estado ilustrando con cantidad de temas: uvas, terrenos, historia, elaboración de vinos y licores, etc. y hasta nos ha dado a probar distintas variedades de uvas ‘arrancadas’ directamente de la vid.
Estamos en plena época de vendimia en esta zona. Os vais a reír, pero incluso ellos habían cancelado los trabajos de vendimia para hoy ante las previsiones tan malas de lluvia que daban! Aún así, en la bodega estaban trabajando con parte de la uva vendimiada estos días. En la denominación de origen Ribeira Sacra, la uva tinta Mencia representa más del 85% de la producción. Aunque poco a poco, otras variedades de uva blanca (Godello principalmente) van cogiendo más protagonismo en los viñedos.
Después de la visita, tiempo para la cata de 3 vinos y 1 licor (que al final han sido 4 y 2). Y es que lo que tenía que haber durado 90’ se ha extendido por casi 3 horas. La paz que se respiraba, el magnifico día que finalmente hemos tenido con muchos momentos de sol, la buena e interesante conversación (algo tan difícil de encontrar hoy en día) entre todos nosotros, ha generado un ambiente tan relajado que ninguno quería que aquello se acabara. Y, seguramente, ese ambiente especial ha hecho que apenas tengamos fotos de la visita… ningún problema, verdad?
Otro gran recuerdo que nos queda para una jornada que, aunque a priori pintaba mal, ha terminado saliendo de maravilla.
Desde aquí, hemos bajado de nuevo al Miño, para seguir su rumbo durante unos kilómetros hasta la pequeña población de Belesar, separada por un puente.
El destino final de hoy era Lugo, adonde hemos llegado, no sin antes parar en Chantada a comprar el que llaman ‘el príncipe azul de los quesos de España’: el queso azul Savel, de la quesería local Airas Moniz, y que se ha llevado este año el primer premio al mejor queso azul de España. Somos muy queseros y hemos de reconocer que está riquísimo!!!
Mañana intentaremos darle un buen repaso a la ciudad de Lugo (si el tiempo lo permite).
Seguiremos informando.




























Uff!! Con el corazón en un puño todo el relato 🤣🤣. Me alegro de que todo os haya salido mejor que bien.
ResponderEliminar